Y dijo Chávez “y es
que llego la hora del pueblo”, pero yo dentro del pueblo, que era
politicamente abstracto como un todo, estaba desperdigado por la
cotidianeidad del capitalismo, amoldado a la cultura política de la
“democracia” representativa.
Triunfó Chávez, nos dijo que era
el triunfo del pueblo, pero mi cultura política no me permitió
entenderlo, asumí así un nuevo momento político con el viejo
esquema representativo, políticamente alienado, como nos hicieron
los paradigmas de la educación y los medios de difusión de
contenidos, volví a creer que bastaba con votar por Chávez y que
todo lo hiciera él, mientras, él comenzó a hablarme y a
socializarme conocimientos sobre la democracia participativa y
protagónica, comencé a formarme al calor de sus discursos, de sus
cadenas, de sus explicaciones, medio entendía y entendía, a veces
me confundía, y no por casualidad sino por causalidad comencé a
juntarme en la dinámica de colectivos nacidos al calor Chávez o
antes de él, pero continuaba arrastrando la democracia
representativa, a pesar de medio entender y entender, contrariando a
la revolución en la práctica, y a ese tiempo, se enquistaban los
vestidos de rojo, sujetos con verborrea que aprovechaban mi
inmadurez, aún a pesar de mi desconfianza o nuestra desconfianza por
el antecedente, ellos entraron bien definidos, a cimentar la
estructura del adeco-copeyanismo en los espacios y tiempos en los que
se me llamaba a construir la revolución, practicante de la
representatividad alimenté esas corrientes creyendo que eran
revolucionarias, porque no asumía otra forma política que la de ser
arreado por alguien de arriba, la que me dejó la cultura dominadora
de sumisión a dios, al rey, a la cara visible de la política (que
en realidad es el rostro de la politiquería), y Chávez, entendiendo
la imposibilidad de avanzar a mi ritmo inmaduro y desperdigado entre
la masa, comenzó a dar lineamientos político-ideológicos, era
necesario, pero el adeco-copeyanismo rojo comenzó a manipular esos
lineamientos y a darle interpretaciones acordes a sus intereses,
“Chavéz lo que quiso decir fue tal cosa” o “Chávez lo que
quiere es tal cosa”, y cuando Chávez no daba lugar a
interpretaciones entonces “Chávez no quiso decir tal cosa” o
simplemente “Chávez no dijo nada”, la manipulación se
evidenciaba y se despertó la necesaria arrechera porque no había
avances sustantivos en lo político, sino subidas y transferencias de
cargos entre los guanábana, pero pa' mis adentros entendí que no
era Chávez y lo seguí escuchando y aprendiendo con él (aunque
muchos del pueblo dejaron la opción de Chávez, son la mayoría de
los 6 millones y medio que votaron por CAPriles), y comencé a
combatir la manipulación y a debatir y formar una opinión crítica,
llegando por ese camino a integrar colectivos y mas allá sumándome
a una organización, a ser militante del movimiento popular, con
prácticas de mejores formas políticas, revolucionarias,
horizontales, construidas por todas y todos, deje de ser “yo”, el
sólo y atomizado, y pase a ser nosotros, donde se entiende la
importancia de lo colectivo, allí comenzamos a entender mas el fondo
de la cuestión, a diferenciar democracia de lo que no es,
permitiéndonos eso darnos cuenta de quién marcha por el camino de
una revolución y quién no, aprendiendo colectivamente a detectar
matices, corrientes y desviaciones en las discusiones, prácticas y
discursos, donde todo se evidencia.
Ahora entendemos a fondo
la invitación que Chávez nos hace, conciencia de clase, unión,
organización y lucha, vamos mas allá aún, planteamos críticas y
propuestas al propio camarada Chávez, que también son necesarias
porque es un ser humano común y corriente que se equivoca, es
menester de la revolución la crítica con propuesta, y el que la
haga que la asuma, pero así mismo hay una realidad peligrosa, la
derecha endógena, los guanábana, se han enquistado en espacios de
poder y se han generado estructuras de defensa que van desde el
burocratismo hasta el paramilitarismo (con esto no intento debelar el
descubrimiento del agua tibia), y aunque somos hoy orgánica, no
existe correlación de fuerzas con el Estado burgués, mientras las
organizaciones del movimiento popular avancemos solas no habrá
fuerza para enfrentarnos a ese Estado que trabaja contra Chávez,
contra nosotras y nosotros, no podemos continuar cada organización
por su lado, siendo sectarios y soberbios, porque el Estado nos
aplastará, unidad en la diversidad, abajo la soberbia, construyamos
un espacio de articulación, unión o apoyo de luchas, por ahí ya
suena una “Alianza Popular Revolucionaria” (APR) como alternativa
para la profundización verdadera de la revolución, no para pedirle
al estado burgués que se suicide y le de paso a la configuración
comunal de un nuevo Estado dirigido colectivamente por la
organización popular, sino para tomarlo por asalto con la fuerza de
la unión de todos los sectores del movimiento popular aunque suene
quijotesco.
Se esperan propuestas,
críticas, aportes y palazos.
obreroantimperialista@gmail.com