viernes, 22 de octubre de 2010

¿Qué es una Revolución?


Por definición, una Revolución es un proceso de transformación rápido y profundo, no un largo y extenuante camino de ensayo y error que erosiona el entusiasmo y la confianza de la gente. En la práctica su lento y zigzagueante avance, lejos de significar su fracaso, pone en evidencia la complejidad de las transformaciones que impulsa. Por la trascendencia de sus objetivos se abre paso con dificultad ante la resistencia que opone el viejo orden y lo complejo que implica construir el nuevo. Una Revolución humanista es esencialmente pacífica y democrática. Si responde a la violencia lo hace, no porque esa sea su naturaleza, sino para defenderse de las agresiones de quienes intentan derrocarla.

Por eso no basta con ganar elecciones: hay que terminar de controlar el poder para ponerlo al servicio de las transformaciones económicas y sociales que se prometieron al pueblo. Nada es más importante para una Revolución verdadera que honrar sus compromisos y satisfacer las expectativas creadas por ella misma. Cuando los problemas no son resueltos mientras las élites burocráticas disfrutan los privilegios del poder, los pueblos tarde o temprano se levantan: primero en las urnas y luego en las calles. Una Revolución no puede dejar de avanzar y tiene que mostrar una creciente acumulación de cambios económicos, sociales, políticos, culturales, deportivos, etc. que, al consolidarse en el tiempo, le van dando forma a la nueva sociedad de justicia, igualdad y libertad que prometió construir.

La grandeza de la Revolución Bolivariana no radica en lo que hasta ahora ha hecho sino en lo que pueda lograr. En los marcos de la abundancia rentista, hay que exigirle lo que potencialmente puede hacer. La inversión social de la renta petrolera ha permitido mejorar los indicadores sociales. Eso es necesario, más no suficiente. Aun queda pendiente erradicar las causas estructurales de la pobreza y la exclusión social. Una Revolución auténtica destruye el poder económico establecido y construye nuevas relaciones de poder a través de las cuales el pueblo organizado desplaza a la élites que lo explota y oprimen. Su consagración histórica llegará cuando demuestre que el capitalismo si puede ser superado por el socialismo y que el pueblo organizado y preparado si es capaz de gobernar sin mediaciones de burócratas ni dirigentes. No hay justificación para hacer menos que eso.

Víctor Álvarez R.