Engels planteaba que el socialismo era una sociedad en constante cambio y transformación y Fidel ha dicho que debemos cambiar todo lo que debe ser cambiado. Está claro para mí que no hay cambio posible fuera de la Revolución y del socialismo. Fuera de la Revolución y del socialismo solo está la barbarie. Pero una Revolución sin cambios permanentes, una Revolución que no se mire de manera constante y crítica hacia dentro para mejorar cada una de sus imperfecciones, una Revolución que no se repiense ella misma todos los días, está condenada a fracasar por el inmovilismo y la apatía. Mariátegui destacó que “el socialismo es creación heroica” y precisamente en ese proceso de creación constante debemos participar todos los revolucionarios cubanos. El socialismo es una construcción colectiva, o no es socialismo.
“Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es salud: pero con un solo pecho y una sola mente”, decía nuestro Apóstol. Ese pecho y esa mente no pueden ser hoy otra cosa para nosotros que el proyecto socialista cubano. En los que practican la crítica revolucionaria, en los inconformes con la realidad que les rodea y que ellos también construyen, no están alistados nuestros enemigos; aunque algunos se vistan de esa manera para hacer daño o buscar protagonismos. Los mayores enemigos están en los declarados y también, en no pocos casos, en los que sostienen todo el tiempo un discurso dogmático y combaten la crítica no con argumentos sino con imposiciones. La historia demuestra que muchos de los que han mantenido esa actitud están hoy del otro lado. Pero el daño no está solo en eso, sino que una buena parte de estos individuos al adoptar una actitud ciega ante las realidades y contraria a todo tipo de crítica salida del marco oficial, impiden que la Revolución avance y van separándose cada vez más de las masas.
En sus “Palabras a los Intelectuales” en 1961, Fidel dijo: “dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada”. Pero en esa expresión como ha reiterado en varias ocasiones Roberto Fernández Retamar no estaba excluyendo a la crítica revolucionaria. La crítica revolucionaria en debate rico y creador debe ser savia fundamental de nuestro proceso, para que este avance y se perfeccione cada día más. Indiscutiblemente, la ausencia de debate y de crítica revolucionaria durante muchos años fue una de las causas que condujo al derrumbe del campo socialista.
Uno de los argumentos más vetustos utilizados para limitar o evitar la crítica social, es que se basa en la idea de que el enemigo puede aprovechar cualquier crítica para hacer daño a la Revolución y que por lo tanto los que ejercen el pensamiento crítico pueden, sin estar incluso concientes de ello, ser funcionales a los intereses del enemigo. Sin embargo, con el tiempo he llegado a una conclusión simple: el principal objetivo del enemigo es destruir la Revolución y en ese empeño una de sus tareas primordiales es evitar que la misma se perfeccione y consolide; sin una crítica desde la Revolución y por la Revolución, es imposible que eso se logre, por lo tanto, al limitar la crítica social, es que realmente estamos siendo funcionales a los intereses del enemigo que no desea que nuestro proceso avance superando sus deficiencias. Por no plantear los problemas, estos no se van a resolver solos y, a fin de cuentas, el enemigo nos va a tomar la delantera refiriéndose a ellos de manera sobredimensionada y tergiversada, pues nuestros contrarios se aprovechan de lo que decimos, pero también de lo que no decimos. Sobre este tema le expresó a Ignacio Ramonet nuestro Comandante en Jefe:
“Mire, aquí ha habido durante bastante tiempo la tendencia a suponer que los señalamientos críticos, la denuncia de las cosas mal hechas, hacían el juego al enemigo, ayudaban al enemigo y a la contrarrevolución. A veces hay el temor de informar sobre algo, porque se piensa que puede ser útil al enemigo. Y nosotros hemos descubierto que en la lucha contra los hechos negativos es muy importante el trabajo de los órganos de prensa. Y hemos estimulado el espíritu crítico. Llegamos a la convicción de que es necesario desarrollar mucho más el espíritu crítico. Yo lo he estimulado al máximo porque constituye un factor fundamental para perfeccionar nuestro sistema.
Sabemos que hay inconvenientes, pero queremos una crítica responsable. A pesar de las posibles consecuencias, todo es mejor que la ausencia de críticas”. ii
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Todas las sociedades humanas han sido regidas por sistemas de dominación, solo que en el socialismo la dominación está en función de la liberación humana. El socialismo es un movimiento constante de superación del estado de cosas anterior dirigido siempre hacia mayores espacios de emancipación. Socialismo, es socializar: socializar el poder, socializar la gestión económica y socializar la agenda de los cambios revolucionarios. En ese proceso de emancipación progresiva, nuestra libertad de ejercer la crítica revolucionaria no puede depender de las movidas del enemigo, no podemos entrar en su juego, pues la mejor manera de derrotarlo es demostrando que nuestra socialismo es la mayor expresión de la libertad humana y que nuestra conciencia crítica, nuestra voz revolucionaria, no estará esclavizada por los ecos que la misma produce en su territorio. “No vamos a dejar de escuchar la opinión honesta de cada cual, que tan útil y necesaria resulta, por la algarabía que se arma, a veces bastante ridícula, cada vez que un ciudadano de nuestro país dice algo a lo que esos mismos promotores del espectáculo no harían el menor caso, si lo escucharan en otro lugar del planeta”, expresó nuestro presidente, Raúl Castro Ruz, el 24 de febrero de 2008 a la Asamblea Nacional.
Si los argumentos que vierte un revolucionario a la hora de hacer una crítica nos parecen desacertados, solo deben ser repelidos por otros argumentos revolucionarios, en medio de una rica y respetuosa discusión. En ese sentido mucho me gustan las palabras del Che, cuando expresó: “…nosotros tenemos que tener la suficiente capacidad como para destruir todas las opiniones contrarias sobre el argumento o si no dejar que las opiniones se expresen. Opinión que haya que destruirla a palos es una opinión que nos lleva la ventaja a nosotros…No es posible destruir las opiniones a palos y precisamente es lo que mata todo desarrollo, el desarrollo libre de la inteligencia”. iii
La cuestión no está solo en hacer la Revolución, sino también en pensar críticamente la revolución socialista, con herramientas teóricas marxistas enriquecidas constantemente por la práctica. Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria; pero al mismo tiempo la teoría no puede forzar la realidad, sino viceversa. Considero que no solo debemos preocuparnos por nuestra actuación revolucionaria, sino también por nuestro pensar revolucionario. Decimos constantemente que somos revolucionarios, que somos comunistas y que somos marxistas. ¿Pero nos hemos dedicado a fondo a estudiar y a pensar que es un revolucionario, que es un comunista y que es un marxista?
Los comunistas debemos ser vanguardia no solo en la actuación revolucionaria, sino también en el mundo de las ideas revolucionarias. Más cuando nuestra tarea fundamental es convencer y sumar, no imponer y restar.
Notas
i José Martí, “Nuestra América”, en: Obras Completas, tomo 6, Editorial de Ciencias Sociales, 1975.
ii Tomado del libro “Cien Horas con Fidel, conversaciones con Ignacio Ramonet”, editado por Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, Septiembre de 2006, Capítulo 25, Cuba hoy. Páginas 603-611. (Segunda edición revisada y enriquecida con nuevos datos).
iii Acta de reunión en el Ministerio de Industrias, 2 de octubre de 1964, en: Ernesto Che Guevara, apuntes críticos a la Economía Política, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006, p.369.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
“Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es salud: pero con un solo pecho y una sola mente”, decía nuestro Apóstol. Ese pecho y esa mente no pueden ser hoy otra cosa para nosotros que el proyecto socialista cubano. En los que practican la crítica revolucionaria, en los inconformes con la realidad que les rodea y que ellos también construyen, no están alistados nuestros enemigos; aunque algunos se vistan de esa manera para hacer daño o buscar protagonismos. Los mayores enemigos están en los declarados y también, en no pocos casos, en los que sostienen todo el tiempo un discurso dogmático y combaten la crítica no con argumentos sino con imposiciones. La historia demuestra que muchos de los que han mantenido esa actitud están hoy del otro lado. Pero el daño no está solo en eso, sino que una buena parte de estos individuos al adoptar una actitud ciega ante las realidades y contraria a todo tipo de crítica salida del marco oficial, impiden que la Revolución avance y van separándose cada vez más de las masas.
En sus “Palabras a los Intelectuales” en 1961, Fidel dijo: “dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada”. Pero en esa expresión como ha reiterado en varias ocasiones Roberto Fernández Retamar no estaba excluyendo a la crítica revolucionaria. La crítica revolucionaria en debate rico y creador debe ser savia fundamental de nuestro proceso, para que este avance y se perfeccione cada día más. Indiscutiblemente, la ausencia de debate y de crítica revolucionaria durante muchos años fue una de las causas que condujo al derrumbe del campo socialista.
Uno de los argumentos más vetustos utilizados para limitar o evitar la crítica social, es que se basa en la idea de que el enemigo puede aprovechar cualquier crítica para hacer daño a la Revolución y que por lo tanto los que ejercen el pensamiento crítico pueden, sin estar incluso concientes de ello, ser funcionales a los intereses del enemigo. Sin embargo, con el tiempo he llegado a una conclusión simple: el principal objetivo del enemigo es destruir la Revolución y en ese empeño una de sus tareas primordiales es evitar que la misma se perfeccione y consolide; sin una crítica desde la Revolución y por la Revolución, es imposible que eso se logre, por lo tanto, al limitar la crítica social, es que realmente estamos siendo funcionales a los intereses del enemigo que no desea que nuestro proceso avance superando sus deficiencias. Por no plantear los problemas, estos no se van a resolver solos y, a fin de cuentas, el enemigo nos va a tomar la delantera refiriéndose a ellos de manera sobredimensionada y tergiversada, pues nuestros contrarios se aprovechan de lo que decimos, pero también de lo que no decimos. Sobre este tema le expresó a Ignacio Ramonet nuestro Comandante en Jefe:
“Mire, aquí ha habido durante bastante tiempo la tendencia a suponer que los señalamientos críticos, la denuncia de las cosas mal hechas, hacían el juego al enemigo, ayudaban al enemigo y a la contrarrevolución. A veces hay el temor de informar sobre algo, porque se piensa que puede ser útil al enemigo. Y nosotros hemos descubierto que en la lucha contra los hechos negativos es muy importante el trabajo de los órganos de prensa. Y hemos estimulado el espíritu crítico. Llegamos a la convicción de que es necesario desarrollar mucho más el espíritu crítico. Yo lo he estimulado al máximo porque constituye un factor fundamental para perfeccionar nuestro sistema.
Sabemos que hay inconvenientes, pero queremos una crítica responsable. A pesar de las posibles consecuencias, todo es mejor que la ausencia de críticas”. ii
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Todas las sociedades humanas han sido regidas por sistemas de dominación, solo que en el socialismo la dominación está en función de la liberación humana. El socialismo es un movimiento constante de superación del estado de cosas anterior dirigido siempre hacia mayores espacios de emancipación. Socialismo, es socializar: socializar el poder, socializar la gestión económica y socializar la agenda de los cambios revolucionarios. En ese proceso de emancipación progresiva, nuestra libertad de ejercer la crítica revolucionaria no puede depender de las movidas del enemigo, no podemos entrar en su juego, pues la mejor manera de derrotarlo es demostrando que nuestra socialismo es la mayor expresión de la libertad humana y que nuestra conciencia crítica, nuestra voz revolucionaria, no estará esclavizada por los ecos que la misma produce en su territorio. “No vamos a dejar de escuchar la opinión honesta de cada cual, que tan útil y necesaria resulta, por la algarabía que se arma, a veces bastante ridícula, cada vez que un ciudadano de nuestro país dice algo a lo que esos mismos promotores del espectáculo no harían el menor caso, si lo escucharan en otro lugar del planeta”, expresó nuestro presidente, Raúl Castro Ruz, el 24 de febrero de 2008 a la Asamblea Nacional.
Si los argumentos que vierte un revolucionario a la hora de hacer una crítica nos parecen desacertados, solo deben ser repelidos por otros argumentos revolucionarios, en medio de una rica y respetuosa discusión. En ese sentido mucho me gustan las palabras del Che, cuando expresó: “…nosotros tenemos que tener la suficiente capacidad como para destruir todas las opiniones contrarias sobre el argumento o si no dejar que las opiniones se expresen. Opinión que haya que destruirla a palos es una opinión que nos lleva la ventaja a nosotros…No es posible destruir las opiniones a palos y precisamente es lo que mata todo desarrollo, el desarrollo libre de la inteligencia”. iii
La cuestión no está solo en hacer la Revolución, sino también en pensar críticamente la revolución socialista, con herramientas teóricas marxistas enriquecidas constantemente por la práctica. Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria; pero al mismo tiempo la teoría no puede forzar la realidad, sino viceversa. Considero que no solo debemos preocuparnos por nuestra actuación revolucionaria, sino también por nuestro pensar revolucionario. Decimos constantemente que somos revolucionarios, que somos comunistas y que somos marxistas. ¿Pero nos hemos dedicado a fondo a estudiar y a pensar que es un revolucionario, que es un comunista y que es un marxista?
Los comunistas debemos ser vanguardia no solo en la actuación revolucionaria, sino también en el mundo de las ideas revolucionarias. Más cuando nuestra tarea fundamental es convencer y sumar, no imponer y restar.
Notas
i José Martí, “Nuestra América”, en: Obras Completas, tomo 6, Editorial de Ciencias Sociales, 1975.
ii Tomado del libro “Cien Horas con Fidel, conversaciones con Ignacio Ramonet”, editado por Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, Septiembre de 2006, Capítulo 25, Cuba hoy. Páginas 603-611. (Segunda edición revisada y enriquecida con nuevos datos).
iii Acta de reunión en el Ministerio de Industrias, 2 de octubre de 1964, en: Ernesto Che Guevara, apuntes críticos a la Economía Política, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006, p.369.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.